Un llamado a todos los sacerdotes
para que reflexionen sobra su situación.
Si al padre Gastón Garatea no le
ha sido renovada su licencia ministerial dentro de la diócesis de Lima por haber
expresado ideas creo que todos los sacerdotes que comparten su pensamiento
tendrían que sentirse involucrados en esta suspensión tanto a nivel moral
cuanto prácticamente. Entonces opino que todos los sacerdotes, que comparten y expresan
las mismas opiniones formuladas por el padre Gastón, no deberían tener su
licencia ministerial renovada. Claramente para mí, que no resido en Lima, es más fácil, pero invito a todos
los sacerdotes de Lima que se reconocen en las opiniones del padre Gastón de
suspender su práctica ministerial, en cuanto no considerada buena o valida por
su arzobispo cardenal Cipriani. Para todos los que trabajan a fuera de la diócesis
de Lima, los invito a verificar si su licencia ministerial tiene todavía validez
en las diócesis o vicariato en que trabajan. Tal vez las ideas u opiniones que
expresan no son las correctas por su obispo. A rigor de lógica en este caso los
que nos encontramos en esta situación tendríamos que pensar que nuestra licencia
ministerial podría ser no renovada.
Esto me pregunto: ¿Qué está
pasando con esta Iglesia?
Parece no se puede pensar, poner
preguntas, abrir reflexiones, profundizar temas que hacen parte de la doctrina,
pero que no son dogmas. Parece que estamos viviendo en un régimen feudal de
llevar adelante una iglesia local, o tal vez universal. Algunos obispos, y acá
en Perú no son pocos, se sienten dentro de la iglesia local como patrones en
sus latifundios. Los reconocemos por el trato, por sus intereses y amistades, por
sus palabras e imposiciones de autoridad o por su manera viciada de leer y
proclamar los documentos de la Iglesia. Tal vez los reconocemos por todas estas
actitudes juntas.
Empiezo a creer que está
terminando el tiempo de quedarse callados. Dios escucha el clamor de su pueblo,
pero hay que empezar por lo menos a hablar y no a la sombra del miedo de la
exclusión. Hay que volver a hablar, pase lo que pase. Dejemos de lado la
modalidad de las simples promulgaciones de verdades afirmadas como ciertas e
indiscutibles, y volvemos a reflexionar sobre los temas más delicados que se
mueven en nuestra iglesia. Volvemos a hacernos discípulos de la verdad y no
dueños de esta. Hay que hacerlo con respeto y profundidad, pero hay que
hacerlo. Pensar y reflexionar no es pecado, buscar caminos nuevos es un deber y
una exigencia.
Creo que en este acontecimiento
del padre Gastón, como otros que han sido alejados por sus ideas o
afirmaciones, se revela siempre más el problema de fondo que creo sea la
percepción que la Iglesia tiene de sí misma, sobre todo delante del mundo y de
las diversidades. Generalmente quien se hace fuerte es para esconder su gran
debilidad. En la simple afirmación de la doctrina, en la imposición de las
leyes, en el hacer de la religión un asunto de mandamientos morales revelamos
toda la fragilidad de nuestro ser Iglesia y de la relación con la verdad.
Necesitamos espacios para seguir
pensando y reflexionando nuestra imagen de Iglesia. Por esta razón necesitamos
de personas, como padre Gastón, que hablan y revelan que nuestra Iglesia no
tiene un rostro solo, sino es una realidad que quiere ser plural, inclusiva,
igualitaria e sobretodo laica. Todo esto lo podemos hacer también nosotros.
Emanuele Munafó
Questo è il pensiero fondamentale per me, vivere nella Chiesa comprendendo e riconoscendo i diritti fondamentali delle persone anche di quelle che non pensano e vivono come me. E’ stato il percorso della mia vita fino qui, cercare di mettere in pratica 'Ama il prossimo tuo come te stesso'. Questo comandamento fa delle eccezioni? Dice quello amalo e quell'altro no?
ResponderEliminarSe si conoscesse, se si cercasse di capire quali inutili sofferenze causano le nostre chiusure, nei confronti dei ragazzi o ragazze che vogliono vivere la loro omosessualità alla luce del sole. Se conoscessimo quali sofferenze incontrano i genitori di figli omosessuali, l'impotenza nel vedere i propri figli esclusi, incompresi, maltrattati, io penso che molti di noi comincerebbero ad aprirsi anche in questo caso alla diversità. Il film che abbiamo visto qui a Milano pochi giorni fa ''2 volte genitori'' su questo tema, ci ha svelato queste sofferenze. E come si può rimanere insensibili ma soprattutto, perché fare soffrire in questo modo? Quindi ben vengano persone come Padre Gaston e come tanti altri che hanno conosciuto e hanno compreso e si sono affiancati all’escluso, perché siamo parte tutti di questa umanità.