viernes, 8 de junio de 2012

Iglesia inclusiva, ministerial y laica: una experiencia

Cerezo Barredo - En la cena ecológica del Reino
www.servicioskoinonia.org/cerezo/
A veces dicen más las experiencias que las palabras. Claramente la práctica no es como la teoría  que trata de ser más perfecta posibles, en la práctica siempre hay imperfecciones. Pero no nos interesa la perfección, sino buscamos luces que, en los tiempos oscuros de Iglesia que estamos viviendo, nos recuerden un Dios que no excluye a nadie porque ama a todos los pueblos (Dt 33,3), un Dios que no hace diferencia entre las personas (Gl 3, 28), no un Dios de la ley sino de la misericordia que ya perdonó al mundo su pecado (Gl 2, 21) y que solo quiere que viva de misericordia y no de sacrificios o penitencias (Mt 9, 13). Queremos experiencias donde la comunión no es uniformarse a una unicidad sino compartir las diferencias, donde el liderazgo no es un mando autoritario sino la modalidad que refleja la posibilidad de construir fraternidad.
No queremos templos como estructuras centrales de poder que controlan la conciencia y la vida de las personas, sino casas que acogen y acompañan humildemente la vida de las personas en el respeto de su dignidad e identidad personal y cultural.
No queremos altares signo de un eterno sacrificio que se le tiene que ofrecer a Dios como pago para merecer lo deseado, sino mesas alrededor de las cuales sentarnos para compartir nuestra vida y permitirle a Dios de compartirse con todos gratuitamente y sin exclusiones.
No queremos una clase sacerdotal como liderazgo autoritario de un padre patrón que se pone por encima de todo y de todos,  sino familia de iguales a la cual nadie pertenece como padre sino como hermano, hermana y madre, una familia a la cual se pertenece por fe y no por el respeto de las leyes o de los preceptos.

Les comparto la experiencia de una comunidad que busca la forma para ser Iglesia inclusiva, ministerial y laica.
Una comunidad revela lo que es también en la manera con la cual celebra. Consideramos su manera de decirse en el momento en que se reúne para reconocerse como familia.

Una comunidad que celebra en una Maloka1.
La estructura del templo es en sí excluyente porque crea espacios de sacralidad accesibles solo a pocos o a uno solo. Así era en el templo de Jerusalén y así corremos el riesgo de repetir estructuras excluyentes que refuerzan la jerarquización de nuestra iglesia. En cambio consideramos el espacio sagrado como espacio de toda la comunidad, para recordar que el sagrado está en cualquier lugar que pisan nuestros pies (Ex 3, 5) y accesible a todos sin diferencias jerárquicas o de pureza e impuridad.
En la cultura de la selva La Maloka es llamada también Casa Grande.  Es el punto de reunión y unión de toda la comunidad. La parroquia así quiere ser “casa entre las casas” o “casa de quien no tiene casa”. No es propiedad o casa de uno, sino es propiedad y responsabilidad de todos. Es lugar donde las decisiones se toman en conjunto en formas asamblearias y donde la palabra de todos es igualmente importante. La Maloka es expresión de una cultura preexistente que no quiere ser borrada ni sustituida con estructuras culturales de otros países. La Maloka es signo del rechazo al proyecto de David, no querido por Dios, de construir un Templo para justificar la existencia del palacio (2 Sam 7, 5-7), y realizado por Salomón oprimiendo al pueblo (cfr. 1 Reyes 5, 27). La Maloka es carpa en medio de las carpas de la tribu, no es Templo y no es Palacio. La Maloka es la vivencia de Dios en medio y con su pueblo.

Una comunidad que celebra en un círculo abierto.
Una comunidad que celebra en círculo abierto dice su deseo de inclusión y su identidad ministerial, porque todos tienen la misma cercanía al centro. No hay diferencia entre las personas en el sentarse en una comunidad. No hay un rol más importante de los otros, como lo del sacerdote. Es la construcción de una comunidad alrededor del mismo centro donde todos son igualmente importantes. La importancia de cada uno no se da en orden a un liderazgo jerárquico que pone uno encima de todos, sino en orden a la función ministerial (servicio) de todos. El sacerdote que celebra no tiene su sede exclusiva que remarca su importancia jerárquica, sino está sentado en el círculo en los mismos asientos de todos. Quien celebra es la comunidad entera, y quien realiza la celebración es el ministerio de todos los que participan. El único momento durante el cual el sacerdote sale del círculo y se acerca al centro es para ejercer la especificidad de su ministerio (la consagración).
Una comunidad que se pone en un círculo no hace referencia a la vida o a las palabras de uno solo como si fuera el más justo o importante, sino acoge la vida de todos como signo de la presencia de Dios. Es una comunidad que reconoce que la primera palabra de Dios es la vida de cada hombre (cfr. San Agustín).
La comunidad no se encierra en un círculo que excluye sino en un círculo que se queda siempre abierto para acoger. Es muy fuerte a veces la tentación de encerrarse construyendo las parroquias como movimientos y experiencias para pocos. Los criterios selectivos que a veces se dan son leyes y preceptos que se vuelven exigencias excluyentes. Es siempre más común escuchar: “pocos pero buenos” o “hay que sacar la manzana podrida para que no infecte a todos”. Las razones para determinar los buenos siempre más son criterios que respetan la lógica, tanto criticada por Jesús, del puro e impuro. Sabemos que dentro de la Biblia esta es una lógica discriminatoria que pagan siempre los más pobres y excluidlos. En nuestros tiempos el juicio moral muchas veces se queda como criterio discriminatorio, sin considerar la complejidad de la vida de cada uno ni la misericordia con la cual tendríamos que acoger. Una comunidad abierta sabe acoger las heridas del hombre sin juzgarlas, sino amándola, acompañándola y sanándola. La lógica del Templo mira a cuidar su pureza y santidad, entonces a cuidarse a sí mismo. En cambio la lógica de una comunidad abierta no tiene miedo de acoger “prostitutas y publicanos” como los que tienen derecho a ocupar los primeros asientos.

Una comunidad sin altar
Una comunidad que se reúne en un círculo pone en el centro lo más importante para que pueda ser alcanzado por todos con la misma dignidad. Por eso esta comunidad no tiene altar, que recuerda la modalidad del sacrificio excluyente por su lógica meritoria, sino celebra sobre una raíz que recuerda el don de la vida compartido con todos.
El árbol en la Biblia es recuerdo antiguo y siempre actual del Dios de la vida, que regala y permite la vida. El árbol es el lugar del sagrado (Gn 12, 6) alrededor del cual se reúne el pueblo. Es el recuerdo antiguo de la primera y verdadera alianza que Dios establece con su pueblo sin pedirle nada en cambio como iniciativa gratuita (Gn 15, 1-21). Es Dios que establece su pacto con el hombre, al cual no se le pide nada para poder participar de esta alianza, solo dejarse amar.
En la selva el árbol es signo de esta gratuidad de la naturaleza que gratuitamente comparte sus frutos con todos. Al hombre se le pide solo de cosechar. Así a nosotros se nos pide solo de cosechar los frutos del amor de Dios que gratuitamente se comparte con toda la humanidad sin exclusiones (Lc 10,2). En esta comunidad se celebra, más que el sacrificio eucarístico, la eucaristía como compartirse de Dios con toda la humanidad en memoria de su acción libertadora (es cena domestica de Pascua no culto sacrificial del Templo). Es el rechazo de la lógica de todos los poderoso, como David y Salomón, que todo pusieron a su servicio, cuando la naturaleza ya no era garantía de vida para el pueblo, sino tributo pesado para el palacio del rey, y holocaustos, sacrificios, oblaciones, para los altares de los sacerdotes. Esto se daba a cambio de la vida del pueblo. Comenzó de este modo el círculo vicioso: para tener más vida, tengo que renunciar a mi vida para dar vida al rey, hijo de Dios, y al sacerdote, su representante. Creo que tenemos que retomar lo que es nuestro de derecho instituido por Dios y que es iniciativa gratuita del Dios de la vida.

Es una experiencia con sus límites y defectos pero que busca ser signo profético en un tiempo en el cual el Templo y el Palacio tratan de callar la palabra de la profecía que llega desde el vientre del pueblo, origen de todos los verdaderos profetas de la Biblia. Es palabra que llega desde el vientre de la madre que dio a luz a Jesús como memoria y rescate de todos los vientres violados de las mujeres que dieron a luz la esperanza (cfr. en Isaías las mujeres en el destierro) y como escucha de todos los vientres de los pobres que claman la justicia que nace de la inclusión. Desde el tronco de Israel violado y cortado nació la esperanza, así alrededor de una raíz marcada por la violencia del tiempo presente se quiere multiplicar la denuncia de violencia desde la cual nace una nueva esperanza: una comunidad inclusiva, ministerial y laica.

Es una experiencia, tal vez expuestas a las críticas y tal vez destinada a la persecución pero grávida del deseo de dar y recibir dignidad en esta Iglesia.
  
Emanuele Munafó


 1 La Maloka es una estructura tradicional que puede ser circular hecha de madera y con el techo de hojas.

1 comentario:

  1. Inzoli don Gianbattista26 de julio de 2012, 8:26

    Questa riflessione sopra l’altare o la tavola è una bella riflessione che ho trovato fatta bene in un volume frutto di un convegno internazionale di Bose, sul tema dell’altare . Si trovano in questo volume bellissime riflessioni su questa rapporto altare – tavola.
    Io ho compreso questa cosa molto semplice. La rivelazione cristiana è una rivelazione storica, Gesú si è incarnato in una storia, con una tradizione che ha assunto e superato, ha vissuto e portato a compimento a volte nella forma della rottura, (vedi la legge del taglione o il Sabato) a volte nella conferma che conduce a compimento “io non sono venuto ad abolire la legge, ma a portarla a compimento” Mt 5,17.
    Il tema del sacrificio è uno di quei temi che io credo che Gesú supera, e nelle stesso tempo porta a compimento. L’Eucarestia mi richama la morte della croce che è il compimento del sacrificio antico nella forma della offerta volontaria della vita per amore. Non piú una morte che paga, che merita, che sazia il desiderio di sangue, ma un gesto di amore che risponde all’odio dell’uomo che in nome di Dio vuole la morte del giusto di Dio stesso. Questo gesto di amore apre alla comunione e alla redenzione, al perdono, alla ri-creazione di una nuova umanitá, è la nuova alleanza che ricrea quella comunione che l’uomo, ogni uomo rifiuta con la sua libertá .
    L’Eucarestia è il gesto che mi anticipa e ora fa memoria di questo atto di amore che ha efficacia reale per la mia vita.
    Fu celebrato sopra una tavola, e mi richiama quello che fu vissuto sopra la croce. Fu un banchetto di comunione che peró ha superato i sacrifici dell’antico testamento nell’atto di amore di Gesú che offre la su vita….
    Per cui , credo che la cosa giusta è dire che è una tavola, ma che porta a compimento tutta una storia che Cristo non ha abolito, ma che ha superato e quindi è anche un altrare…. Solo tavola significa rifiutare il Dio della storia e il mistero dell’incarnazione. Solo altare significa non riconoscere il compimento dell’amore che la croce e la Eucarestia mi dicono e non riconoscere la insuperabilità della Morte di Croce per amore di cui la Euacarestia è “memoria” (nel sentito profondo della parola) e non ripetizione.
    Per cui, per dirti, le conclusioni del convegno sull’altare come si dice nell’articolo di Enrico Mazza “Tavola e altare, due modi non alternativi di designare un oggetto liturgico”pag 55-75 de “l’altare” ed Qiqajon, e in particolare nella conclusione a pagine 75 “possiamo pertanto concludere che tavola e altare non sono due maniere alternative per designare un oggetto liturgico: sono complementari perché l’uno ne indica la forma, mentre l’altra dice quale ne è la sua natura teologica. La tavola è un altare a causa del suo uso per l’eucarestia…. Non possiamo pensare , quindi che l’architetto , o l’artista o il committente lo possa costruire o come altare o come tavola o come tomba o come sostegno del tabernacolo a come qualsiasi altra cosa, in base alla sua sensibilità religiosa o estetica. Si potrà sempre e solo costruire una tavola per l’Eucarestia, con un’ampia tovaglia che la faccia identificare come tavola. E questa tavola sarà sempre e solo altare e non potrà mai essere definita in modo diverso”

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